Solo quería un café. Con poca azúcar, quizá un croissant. No iba por la tertulia o el flirteo. Solo quería un café. Quizá echarle algún vistazo. A las malas nuevas de los diarios o sacudirme.
Suavecito me pusiste en su lugar. Suavecito como un juego para armar. Empezaste corrigiendo males al azar. Cómo el barro el alfarero como brisa de agusero.
La soledad no se toca el corazón. Para humillarme. Me pone a oír tus fotos. Me pone a oler tu ausencia. A ver la luz que esta apagada.. . La soledad enamorada.
Soy fugitivo de mi mismo. Mi otro yo me construyo un abismo. Entre el ayer y el hoy. Y mucha culpa tienes en esto. Y oigase bien que no es un pretexto.
Que hare el sexo en Internet. El pudor en la vedette. Que hare un porche en Tel-Aviv. . Un pigmeo en un iglú. Una duda en un gurú. Que hare Frida sin sufrir.
El norte sus mcdonald's, basketball y rock'n roll. Sus topless, sus madonas y el abdomen de stallone. Intelectuales del bronceado, eruditos de supermercado.
Señora de las cuatro décadas. Y pisadas de fuego al andar. Su figura ya no es la de los quince. Pero el tiempo no sabe marchitar. Ese toque sensual. Y esa fuerza volcánica de su mirar.
Se nos muere el amor, tiene fiebre de frio. Se nos cayó de la cama. Cuando lo empujó el hastió. Y esta enfermo de muerte. El mismo que era tan fuerte.